No podía haber
una entrada sobre enciclopedias sin añadir otra sobre los vendedores de
enciclopedias.
Estos personajes eran la plaga de esa época, el equivalente a
los actuales teleoperadores que llaman por teléfono para pedir que cambies
de compañía de ADSL. La principal diferencia es que ellos iban a tu casa y no resultaba tan fácil cerrar una puerta como colgar un teléfono.
Su táctica
habitual era dejar un tomo para que lo examinaras y, si te gustaba, le comprases la enciclopedia entera. Con el tiempo sofisticaron sus métodos y algunos se presentaban haciéndose pasar por encuestadores que evaluaban
el nivel escolar de los niños y que, una vez invitados a pasar al comedor, se quitaban la máscara y explicaban que, "afortunadamente", traían
consigo una enciclopedia que ayudaba a mejorar su rendimiento en el colegio.
Eran muy insistentes, concienciados de que su misión era salir de tu casa con un contrato firmado en la mano. Lo cual no era
poca cosa, porque una enciclopedia costaba el equivalente a un electrodoméstico
y tenía que pagarse a plazos durante varios años.
Contenido
asociado:
- Los chistes gráficos sobre vendedores de enciclopedias, que siempre dibujaban metiendo el pie en el umbral de la puerta.
- Las enciclopedias que entraban por los ojos y que después sólo servían para mirar las fotos.
- "Fauna ibérica", "Mundo submarino" y un atlas de 26 tomos.
Desapareció por:
- Internet, sobre todo la wikipedia.
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